Frente a una típica plaza porteña, el conjunto se estructura a partir de un patio central con dos árboles “acer” desde donde se accede a las cuatro unidades. Este espacio se convierte en lugar de encuentro de vecinos y juego de niños.
Se generan expansiones en las cubiertas con un amplio deck de madera en voladizo hacia la plaza como cubierta-mirador elevado, allí se alojan un estanque de agua y un aguaribay por cada vivienda, así como una pérgola con santa ritas para generar un espacio de sombras y color. Esta cubierta plena de vida y naturaleza domesticada se articula con la otra naturaleza, la de la plaza, de una importantísima masa arbórea compuesta por añejas tipas y jacarandás que despliegan todo su colorido al florecer con el paso de las diferentes estaciones.
El espíritu del conjunto es recuperar la porción de naturaleza que se quita para construir y llevarlo a la cubierta apropiable.
El conjunto tiene la imagen de una caja cuadrada enmarcada por un arco de hormigón visto sobre el cual emergen los aguaribay.